Encuentro Vocacional Venezuela 2023 – Experiencias de los jóvenes

Estas son algunas experiencias recogidas de los jóvenes del Camino Neocatecumenal, de diferentes zona de Venezuela y las islas del Caribe Holandés, tras ser enviados de dos en dos a evangelizar por las calles y cerrar con el Encuentro Vocacional 2023, celebrado el pasado 30 de abril, en el cual se levantaron 90 chicos para el sacerdocio y 130 chicas para la vida consagrada.

“Esta experiencia para mi, fue muy impactante. Le doy infinitas gracias al Señor porque nunca nos faltó nada”.

Una una de las experiencia que me llegó fue la de una señora que estaba con su hijo, y nos decía: yo quisiera que mi hijo estuviera como ustedes. Eso me hacia valorar el hecho de estar en la iglesia, que la mayor heredad que me han dejado mis padres es la fe”.

María Ríos, parroquia Ntra. Señora de Coromoto.

Maracaibo, estado Zulia.


“Es la mejor experiencia que he podido vivir. Salimos sólo con el desayuno, y sin teléfono, lo demás lo proveía el Señor que siempre enviaba ángeles en el camino que te brindaban una mano amiga”.

“Yo vengo de una familia de padres separados, y en medio de muchas tribulaciones y dificultades, a veces es muy fuerte encajar en una sociedad donde no te aceptan como eres. Pero pude contarle mi historia a las personas, y decirles que un día, hace seis años, tocaron la puerta de mi casa, como yo hoy, y me anunciaron este amor de Dios que me ha amado tal cual como soy”, “(…) ¡cómo no darle gracias a la Virgen María! que ha inspirado este Camino y que nos protegió en todo momento”.

Victor, parroquia Santa Catalina de Siena.

Carúpano, estado Sucre.


“Mi experiencia en este encuentro de jóvenes fue ver al Señor delante mí. Junto con mi compañero nos encontramos con muchas personas de la tercera edad, se han alegrado muchísimo de que estuviéramos los jóvenes católicos evangelizando. Pude ver a Jesucristo en ellos, en sus sufrimientos, llevar esta buena noticia a personas que tanto lo necesitan me llenó y siguió confirmando el llamado que he sentido para el sacerdocio”.

Diego Labrador, parroquia Ntra. Señora del Carmen.
Barinas, estado Barinas.


“Salir de mi zona de confort, para hacer esta misión, fue obra de Dios. Estar sin nada, sin teléfono, sin algo que te asegurara las cosas, era algo de Dios. Me ayudó a ver más allá, a no estar tan cerrada, a entender, a ponerme en el lugar de los demás, y a valorar, ver que puedo ser instrumento de Dios para que él haga su voluntad en mi”.

“Con respecto al encuentro, me quedé sin palabras, se hizo presente el Señor en medio de la asamblea con los jóvenes, las palabras de los catequistas, el evangelio del día, todo engranó y fue perfecto”.

Dubraska Quintero, parroquia Santo Cristo de La Vega.
Caracas, Distrito Capital.


“Estoy súper contenta con el Señor por esta experiencia. Me sorprendió el día dos, que había una tranca para poder pasar hacía el lugar que nos tocaba evangelizar. Yo, que no hablo sola por pena a ser rechazada, me he bajado del bus con la biblia mentalmente cuestionándome, pero físicamente en marcha, recuerdo haber andado de carro en carro preguntando si quería escuchar un poco de Dios.

“Aunque algunos me rechazaron porque iban a la playa, pude evangelizar a una familia que estaba pasando por la perdida de un ser querido e iban a esparcir las cenizas en el mar. Luego esas personas me ubicaron en la parroquia Santo Cristo de la Salud y me dijeron que en vez de seguir a la playa se fueron a cambiar para asistir a misa. Todo esto no lo creía. Allí pude ver el poder del Espíritu Santo”.

Ivana Velásquez, parroquia Catedral de San José.
Puerto Cabello, estado Carabobo.


“Este encuentro fue muy gratificante para mi. Nos tocó evangelizar en un ancianato. Cuando se les anunció el Kerigma a las señoras que se encontraban allí se les notaba la alegría, porque muchas no tenían a sus hijos en el país o no les visitaban. Les cantamos unos cantos de la Virgen y les dijimos que Cristo las amaba y las acompañaba”.

Andrés Diaz, parroquia Ntra. Señora del Coromoto.
Maracay, estado Aragua.


“Cristo me ama tanto que, junto a mi compañera, llegamos a una casa donde había una madre que había recibido maltrato de su hijo esquizofrénico, ella quería irse y dejar a su hijo. Al ver la angustia que tenía, el Señor nos ayudó a darle una palabra de Dios a ambos”.

“Yo no me sentía merecedora de presenciar el milagro que Dios estaba haciendo, porque al final el hijo comenzó a pedirle perdón a su madre, de corazón, y le decía las razones por las cuales le pedía perdón. Yo pensaba: Dios mío, tu de verdad nos amas y amas a estas personas”.

Naidu Carneiro, parroquia Santiago Apóstol.

El Tigre, estado Anzoátegui.


“Quedé muy contento con esta evangelización. Me llamó la atención cuando me encontré a un joven de mi misma edad que estaba pasando por los mismos sufrimientos que yo, y le pude hablar de cómo Dios estaba ayudando en mi vida, él me escuchaba y vi cómo su rostro cambió, se sintió con ánimo y con un sentido para sus sufrimientos.

José Nicolina, parroquia Virgen Milagrosa.
Willemstad, Curaçao.


“Dios nos permitió entrar en una casa, donde habían dos parejas. Una estaba dentro de la casa, y otra, con sus dos hijos, nos estaban escuchando. Les decíamos que Dios les amaba, que no importaba los pecados donde estuvieran que él solamente necesitaba un corazón arrepentido y humillado, también les decíamos que el cielo existía, que había que trabajar para construir las riquezas en el cielo”.

El muchacho nos dijo que cuando volviéramos, le visitáramos otra vez, que le había encantado lo que le dijimos (…)”.

Luego seguimos evangelizando, hasta las 03:00 p. m. que un grupo de hermanas nos dijo que iban a rezar el rosario de la misericordia frente a la casa de estos chicos por petición de una vecina. Cuando nos encontramos nuevamente con estas hermanas, nos contaron sorprendidas que en esa casa habían matado a dos de los chicos que habíamos evangelizado. Fue impresionante que el Señor se haya valido de mi y de mi familia para darle una palabra de salvación a ellos, y me ha impresionado también que haya sido a las tres de la tarde, hora de la misericordia”.

Victoria de Jesús Hernández, parroquia Pampanito, estado Trujillo.


“Nunca antes había vivido esta experiencia. Al principio iba pensando qué iba a decir, porque no sentía que podía llevarle mi experiencia a alguien. Y fue maravilloso cómo el Señor me regalo su espíritu santo, porque lo sentí y sentí que dejaba mi granito de arena en las personas para que el Señor hiciera su obra”.

Cuando veía gente pasar les decía: ¡Cristo te ama!. Y abría una palabra al azar que más que para ellos, era para mí”.

María Esther, parroquia Ntra. Señora de la Paz.
Maracaibo, estado, Zulia.


“La verdad he podido experimentar el amor de Dios en estos días. Porque yo me encontraba deprimida en mi casa, sin saber qué hacer con mi vida, sin sentido. Y con este encuentro el Señor me sacó del hueco en el que estaba. Esta experiencia ha quedado marcada en mi corazón”.

“En una casa me encontré a una chica con una enfermedad mental. La chica repetía las palabras una y otra vez. Recordé que los catequistas nos decían: no importa si hablan poco, escuchen a las personas. Mientras la escuchaba, me impresionaba el rostro de sufrimiento de la madre. Luego de anunciarles el amor de Dios, y escucharles, cuando me despedí, sentí la necesidad de darle un abrazo a la señora, y ella comenzó a llorar en mi hombro, me decía: No puedo, no puedo. Yo la animaba y le decía que el Señor no la iba a dejar sola”.

Leobreris Quijada, parroquia Divina Misericordia.

Carúpano, estado Sucre.


“En esta experiencia pude ver el amor de Cristo resucitado en mi vida. Por mi situación de salud, me desmayé y convulsioné mientras estaba evangelizando. Y pude ver que Dios lo había permitido para sellar en mí que nadie me va a amar tanto como él, a través de mis hermanos que me ayudaron y estuvieron conmigo. Cuando desperté en el hospital los vi, y sentí la presencia de Dios.

“A pesar de todo, me sentía contenta de que si me pasaba algo me iba a ir al cielo, porque estaba dando la vida por anunciar el evangelio a los demás. Pensé: ojalá alguna persona que haya evangelizado se salve, y le pude ofrecer mi sufrimiento al Señor por esas personas. Al día siguiente, volví a la evangelización agradecida y bendiciendo a Dios”.

María Victoria Plaza, parroquia María Auxiliadora.

Barinas, estado Barinas.


Sentí que en estos días de evangelización el Señor me trató de la mejor manera. Sentí que las personas estaban esperando nuestra venida, sin saber que íbamos a sus casas”.

“Me sorprendió mucho que hemos evangelizado a hermanos del Camino que estaban alejados de la comunidad, y con nuestra llegada, se animaron a asistir nuevamente a sus comunidades. Me impresionaba la receptividad en las casas. No importaba que fueran no creyentes, protestantes o de otras religiones, nos recibían, y nos felicitaban por hacer esta labor”.

Marcos Guerrero, parroquia María Auxiliadora.

Valera, estado Trujillo.


“Ha sido una experiencia maravillosa, aunque yo estaba en una crisis muy fuerte, el Señor no miró eso en mí, si no que se donó, me ayudó a reconocerle como los discípulos de Emaus, que ellos estaban tristes porque no habían visto a Jesucristo resucitado, yo me encontraba así, y me permitió poder experimentarlo en esta evangelización”.

“Yo veo cómo el Señor ha sido gentil conmigo de llevarme a un monte llamado Betzaida, como nos salió en una palabra que abrimos al azar. De hecho, al lugar que fuimos habían unas monjitas cuyo monasterio de llamaba Betzaida, esto me impresionaba. Permitía las situaciones para yo poder verle. Me permitía también ser probada delante de hermanos protestantes que querían discutir la existencia de la Virgen y, Dios, a mi equipo y a mi, nos permitió darles una palabra y no entrar en conflicto con ellos”.

Estefanía Pérez, parroquia María Auxiliadora.

Valera, estado Trujillo.


“Los que más nos recibieron y escucharon fueron las personas con situación de calle, los pobres que no tienen nada. Yo pude experimentar cómo se cumplía la palabra que dice que en los pobres está Cristo”.

“Nos encontramos con muchos indigentes, uno de ellos nos dijo que le impusiéramos las manos. Eso fue una cosa impresionante para mí, porque nunca había hecho eso. Antes de irse, nos dijo que iba a botar la botella de alcohol que tenia a su lado”.

Miguel Pérez, parroquia Santa María Reina.

Cabudare, estado Lara.


“En particular me sorprendió la vivencia de una chica que estaba sentada en una plaza esperando a alguien. Le dijimos: regálanos sólo cinco minutos, somos de la iglesia católica. Le leímos una palabra al azar y veíamos cómo esta lectura le daba esperanza. La chica se puso a llorar y empezó a lamentarse de cosas que había hecho en su vida. Mi compañera y yo la animábamos y le decíamos cuanto Dios la amaba”.

“Veíamos que era el espíritu santo que salía de nosotras, aunque nuestro cuerpo estaba cansado, nuestro espíritu estaba animado. Yo pensaba cómo el Señor me ha bendecido porque pude haber estado en otra parte, una fiesta, por ejemplo, y el Señor me llevó a ese encuentro. Me quedo con una frase que nos dijo May, ella decía: «¡Cristo nos envía a ser verdaderos evangelizadores como los apóstoles!» y eso me hacia sentir dichosa de ser una apóstol y que el Señor me haya utilizado como instrumento”.

Nikita Delgado, parroquia Santo Cristo de la Vega.

Caracas, Distrito Capital.


“En una casa nos encontramos con una abuelita bastante mayor que estaba en cama y sola. Desde ese momento el Señor comenzó a hablar a mi corazón. Nos invitó a pasar y nos sentamos junto a su cama a anunciarle la buena noticia”.

“Nos pidió que la enseñáramos a buscar en la biblia porque no lo sabia, y quería que Dios le hablara. Ella me recordó a mi abuela, y me hizo reflexionar, le dije: ¡Animo abuela, Cristo ha destruido la muerte, pronto te vas a levantar! y su mirada tan dulce era ver el rostro de Jesús”.

María Victoria, parroquia San Gerónimo.

Cocorote, estado Yaracuy.


“Al principio no quería ir a la evangelización, me parecía una perdida de tiempo salir a evangelizar para que nadie nos escuchara o cerraran las puertas. Pero todo fue diferente”.

“Me dio muchísimo ánimo cuando le anunciamos la buena noticia a una señora. Ella nos expresó que habíamos llegado en el momento oportuno, porque se encontraba muy triste y agobiada por una situación que estaba viviendo y vio que nuestra visita era una bendición. Sobre todo saber que Dios la amaba a pesar de las circunstancias que estaba pasando”.

Lucia, Missio ad Gentes.

Willemstad, Curaçao.